En la actualidad la evolución humana está perdiendo terreno en términos de pensamiento y comprensión. Esto sucede debido a la pérdida de la capacidad de contemplar, que predeterminó la vida de las personas en la antigüedad. Hoy en día la humanidad se contenta con el argumento universal de que algo debe cambiar en la vida, pero al mismo tiempo sigue dependiendo de todo lo que carga su cerebro.
La gente irradia corrientes de señales reflejas, llamándolas pensamientos, siendo, de hecho, solo un punto de tránsito para estos impulsos zoológicos, que no solo no pueden ser operados, sino ni siquiera se les puede prestar atención. Y parece que incluso es “indecente” hablar del cerebro en las funciones de la vida del ser humano, puesto que ni hay a quién decir algo, ni es necesario.
Los conceptos como “pensamiento” e “información” hace tiempo han dejado de compararse, dado que simplemente el primero se reemplaza fácilmente por el segundo. Si pedimos a alguien exponer sus pensamientos en un papel, probablemente no le salga nada, ya que como mínimo carece de la capacidad de vincular palabras en oraciones. Sin embargo, incluso en la presentación oral de hoy prevalece el principio de los “eslóganes”, que o deben afirmar lo que el otro desea, o es necesario manejar las palabras con cuidado para no perturbarlo.
La dependencia de la irritación por los eventos fue reemplazada por la función de dependencia de la irritación como tal, donde la formación del pensamiento (o, mejor dicho, el apoyo del pensamiento) proviene de la irritación. El cerebro humano se ha convertido en un virus que dirige al resto del biomaterial a la autodestrucción, y no solo a sí mismo, sino también a todo a su alrededor. Mayormente el manejo procedimental del cerebro ya no está integrado en nuestra vida, dado que éste es viral y está orientado hacia el virus.
Y lo que definimos hoy como cerebro es nada más que un conjunto de actividades no relacionadas de los procesadores virales con una dependencia dominante del cerebro del estómago (o, digamos, como el perro de Pávlov). Construir la vida según el “dónde y qué comer” o “a qué reaccionar” la reduce no solo a la “caza”, sino a una reacción incontrolada a la “caza”.
El cerebro, capaz de desarrollar características vibratorias superiores y materializar en sí mismo, es decir, en el Cuerpo del cerebro, propiedades y vivencias especiales, ha dejado de ser necesario para el hombre. Por supuesto, el cerebro es un Cuerpo peculiar capaz de producir lo superior que ninguna otra unidad de vida en la Tierra produce. No obstante, la estructura utilitaria de la vida, incluida la formación y la educación, nivela hasta 70% de las habilidades del cerebro.
Esto reduce las funciones de la construcción humana convirtiendo a la persona en una fábrica de cultivo de virus y microbios y, como resultado, afecta las manifestaciones externas cuando todas las actividades humanas se vuelven virales. Y sería más correcto llamar al hombre “Homo virales”, es decir, el hombre viral. Es inútil engañarse a sí mismo pensando que la persona puede oponerse a un virus siendo ella misma un virus; solo generará un virus nuevo.
¿Cómo podemos oponer algo o alguien a algo, si no podemos oponer nuestra propia conciencia al estado de nuestro cerebro? El pensamiento, el cerebro y la conciencia en realidad están ausentes en la categoría de pensamiento en el mundo moderno. Hoy en día, simplemente no hay nadie con quien hablar ni de qué hablar, puesto que se usan mayormente las palabras parasitarias y la conciencia viral. Todo esto destruye el proceso de creación del pensamiento y forma una clase de límite, es decir, aquellos que se apoyaron en su limitación o se dejan llevar por la corriente de “expresar lo inexpresable”.
Parece que el hombre es quien representa el cuerpo de la conciencia, que, en teoría, debería convertirnos en una comunidad especial, pero en realidad no tiene la capacidad de formar un pensamiento. ¿Qué más querríamos realizar hoy, que la capacidad de querer? Resulta que nuestro deseo es nuestro sistema operativo.
Pero el cerebro humano está dotado de la capacidad de operar con la mayor cantidad de Campos del espacio y sus frecuencias, lo que nos permite considerar nuestro cerebro no solo como una parte especial del cuerpo, sino como la base de toda nuestra personalidad, un adjetivo necesario para la vida de un Homo sapiens. Es decir, el cerebro es un Cuerpo capaz de generar, asimilar y transformar energía, y por tanto, incluso generar nueva vida.
El conocimiento acerca del cerebro, o el Cuerpo del cerebro, es el más importante para la gente, pero hoy en día éste está en peligro debido a la incapacidad de adjuntar un adjetivo.
El próximo evento: https://www.olegcherne.ru/evento/827-alquimia-cerebro/
Por Gleb Du (Oleg Cherne)